Presentación

A lo largo de la vida cuando he dicho a algunas personas que me iba a hacer unos días de retiro, o de ejercicios espirituales he escuchado de todo.

¡Qué suerte poder estar sola unos días!

Lo que daría yo por unos días para poder pararme y respirar, con tantas cosas que hacer, ¡me falta el aire.!

¡Tengo una necesidad de silencio!

¡Uf, yo sería incapaz de estar en silencio, de no poder hablar...!

¿Rezar tantos días? ¡Qué aburrimiento!

Otros me han preguntado, ¿qué es eso? ¿Cómo se hace?

Dar respuesta a estas y otras muchas preguntas es lo que, hoy en este siglo XXI, nos lleva a proponer una escuela de oración.

Cada vez con mayor frecuencia se hacen ofertas de retiros espirituales, prácticas de oración, meditación, proliferan y crecen escuelas de silencio de diferentes espiritualidades. Lo último retiros de ayuno. Todo esto es signo de la necesidad del hombre y la mujer de hoy de auténticos encuentros, de espacios de soledad habitada y conexión, de búsqueda de silencio y comunicación. Jóvenes y no tan jóvenes que buscan encontrar y dar respuesta a sus anhelos más profundos.

"Después de 20 años de escuchar los anhelos de los corazones de la gente, estoy convencido de que los seres humanos tienen un deseo innato de Dios. Ya sea que seamos religiosos o no, este anhelo es nuestro deseo más profundo y nuestro tesoro más preciado". Gerald C. May Psiquiatra y Teólogo.

Una escuela de oración, basada en la espiritualidad cristiana, responde a la necesidad del ser humano de encontrar tiempos y espacios para estar a solas, para ser, para conectar con Dios, para trascenderse.

"La tradición cristiana, tiene una riqueza inigualable. Miles de cristianos de todos los siglos dan testimonio de que la oración es la clave para "una relación viviente y personal con el Dios vivo y verdadero" Catecismo de la Iglesia Católica 2558

Preocupados por la Casa común, por el medio ambiente, por un aire puro, que permita respirar. Atrapados en mil ocupaciones que contaminan la casa interior, que impiden tomar conciencia de lo que cada día viven y sienten. A veces la vida de cada día es asfixiante, el hecho de respirar pide un acto de consciencia. Una escuela de oración hace tomar conciencia de que orar es respirar.

"Si los pulmones de la oración y de la Palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, nos arriesgamos a ahogarnos en medio de las mil cosas de todos los días. La oración es la respiración del alma y de la vida". (Benedicto XVI, 25-4-2012)

En la sociedad de la información, hay un gran desafío y es que esa información se convierta en conocimiento.

Sucede con la oración como con otras muchas cosas. Hay un gran desconocimiento de qué es la oración.

Muchas personas necesitan hacer la experiencia de Job. "Te conocía solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos". Job 42, 5

Es tan diferente saber por experiencia, es tan distinto saber que Dios es presencia, conocerlo de cerca, no como una teoría, saber que puedo hablar con él, que puedo relacionarme con él, que puedo aprender a escucharle.

No podemos dar por supuesto que sabemos orar. Al igual que otras muchas realidades la oración requiere aprendizaje.

Son muchos los católicos que dicen ¿No sé orar? ¿Cómo puedo escuchar a Dios? Los hay que apoyan su fe en una religiosidad superficial, en una práctica religiosa de ritos y repeticiones, en la que la experiencia personal de encuentro con Dios está lejos.

Aprender a orar es saber con San Pablo que no sabemos orar como conviene. Sin embargo, si se lo pedimos a Cristo, el mismo Espíritu de Dios vendrá a ayudarnos (cf. Rom 8,26).

Una escuela de oración es lugar de aprendizaje. Enseña a pasar de la información al conocimiento. De la idea que rezar es muy difícil porque lo hemos intentado muchas veces y no vemos sus frutos a saber que "no podremos ver el camino para creer bien; no podremos ver los rostros de los hermanos a los que acercarse y servir; no podremos iluminar la habitación donde encontrarnos en comunidad... Sin la fe, todo se derrumba; y sin la oración, la fe se apaga". Papa Francisco

Orar es algo que todos necesitamos. Orar es divertido. La diversión es una actividad que produce placer y distrae de las preocupaciones y el aburrimiento.

Dice la Real Academia de la Lengua Española que divertir es:

Desviar, recrear, apartar, alejar.

Pues es la oración cristiana, por eso es divertida.

Desvía de la tendencia de hacer a la vez dos o más cosas. Es un buen antídoto para la tendencia a la multitarea.

Aleja la precipitación, de tomar decisiones, de hablar sin sopesar ni pensar las consecuencias.

Hace de quien ora una criatura nueva, la recrea, la hace entrar en lo que Dios pensó para ella.

Aparta de la autosuficiencia y del que cree saberlo todo y nos hace volver a ser como niños

La acepción militar, de la palabra divertir, viene al pelo ya que orar nos ayuda a "dirigir la atención del enemigo a otra o a otras partes, para dividir y debilitar sus fuerzas."

¿Habías pensado alguna vez que orar puede ser divertido?


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