Tema 1: La experiencia de otros
Lee estos comentarios de personas que han sido o son "buscadores de Jesús" y que pueden ayudarte.
Empezamos con lo que nos dice José Antonio Pagola
"El evangelista nos narra cómo fue naciendo el grupo de discípulos de Jesús.
En la primera escena: "conducidos por el Bautista, dos discípulos entran en contacto con Jesús" (vv. 35-37)
Juan el Bautista está acompañado por dos de sus discípulos. Sin duda, han escuchado su predicación y han recibido su bautismo en las aguas del Jordán, cerca del lugar donde se encuentran en este momento. El Bautista les ha enseñado a vivir esperando la llegada de alguien que es más grande que él. Su llegada es inmediata. Incluso, poco antes, se ha atrevido a decirles: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia» (Juan 1,27-28). Todos han de estar atentos a su llegada. De pronto, Juan ve que Jesús «pasaba» por allí. No se nos dice de dónde viene ni adónde se dirige. No se detiene junto a Juan. Va más lejos que este grupo que busca ser limpiado de su pecado en las aguas del Jordán. Juan se fija en él e inmediatamente lo comunica a sus discípulos: «Este es el Cordero de Dios».
Jesús viene de Dios, no con poder ni gloria, sino como un cordero indefenso y desarmado. Nunca se impondrá por la fuerza, a nadie forzará a creer en él. Nunca se defenderá. Un día será sacrificado en una cruz. Los que quieran seguirlo habrán de acogerle libremente. Seguramente, los dos discípulos no han entendido gran cosa. Jesús sigue siendo para ellos un desconocido, pero, al oír a Juan, algo se despierta en su interior. Abandonan al que hasta ahora ha sido su profeta y maestro y siguen a Jesús, su nuevo Maestro. Se distancian del Bautista y comienzan un camino nuevo. El texto lo dice de manera clara: «Oyeron a Juan y siguieron a Jesús». Así comienza con frecuencia el seguimiento a Jesús.
Estas palabras subrayan lo importantes que son las personas que ayudan a otros a entrar en relación con Jesús. Estos dos discípulos encontraron a Jesús gracias a las palabras y la orientación de Juan el Bautista. No debemos olvidarlo
En la segunda escena:" su primer diálogo con Jesús" (vv. 38-39a)
Los dos discípulos que han escuchado a Juan comienzan a seguir a Jesús sin decir palabra. Todavía no ha habido un contacto personal con él. Hay algo en Jesús que los atrae, aunque todavía no saben quién es ni hacia dónde los lleva. Sin embargo, para seguir a Jesús no basta escuchar lo que otros nos dicen de él. Es necesario vivir una experiencia personal. Es Jesús quien rompe el silencio. Durante un cierto tiempo, los discípulos caminan tras él y Jesús es consciente de que le siguen. El texto sugiere que, cuando alguien se está acercando a Jesús, es él quien siempre sale a su encuentro. «¿Qué buscáis?». Es la primera palabra de Jesús en el evangelio de Juan y también la pregunta que, desde el Evangelio, Jesús nos hace a todos: ¿qué buscáis? ¿Qué esperáis de mí? ¿Por qué me seguís precisamente a mí?
«Maestro, ¿dónde vives?». La respuesta de los discípulos es decisiva en este relato evangélico. Ya el título con el que se dirigen a Jesús es significativo: «Maestro». Los dos discípulos sienten que Jesús es alguien que les puede enseñar a vivir. Más aún. Están dispuestos a convertirse en discípulos. Es el primer paso. «¿Dónde vives?», ¿dónde está el secreto de tu vida?, ¿qué es para ti vivir? Jesús los está encaminando hacia un lugar nuevo, y lo quieren conocer: ¿dónde vives? Ellos no andan buscando en Jesús nuevas doctrinas. Quieren aprender de él un modo diferente de vivir que todavía no conocen: les atrae aprender a vivir como él. El texto nos plantea a quienes queremos vivir como Jesús esa misma pregunta: ¿dónde podemos encontrar hoy a Jesús? ¿Dónde experimentar su estilo de vivir?
«Venid y lo veréis». Esta es la respuesta de Jesús. Haced vosotros mismos la experiencia. No busquéis por fuera información de otros. Venid a vivir conmigo y descubriréis cómo vivo, cómo oriento mi vida, a qué me dedico y qué es lo que me hace vivir. Esto dice el texto evangélico: solo teniendo la experiencia de un encuentro personal y vivo con él es posible ser discípulo de Jesús.
«Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él». (v. 39b)
Los discípulos escuchan a Jesús y toman la decisión que cambiará para siempre su vida. Se olvidan de Juan el Bautista, dejan otros caminos y se quedan con Jesús. Entran en contacto con el lugar donde vive. Se introducen en su mundo y se quedan con él. Los tres verbos que emplea el autor expresan de forma precisa y clara el camino que conduce a la verdadera fe. Para conocer a Jesús no basta con oír hablar de él, no es suficiente obtener información sobre sus hechos y sus dichos. Es necesario encontrarnos con él, experimentar dónde vive y quedarnos con él. La lectura del Evangelio nos ofrece uno de los mejores caminos para ir a Jesús, contemplar cómo vive y dejarnos enseñar por sus palabras."
Conocer a Dios es la vocación fundamental de todo hombre. El hombre busca el absoluto, busca a Dios. "El hambre de Dios, un hambre que no siempre es identificada, invade, a pesar suyo, la mente y el corazón del hombre; ese hombre que se arroja sobre sucedáneos, a veces nobles, a menudo innobles, pero que después de haberlos probado, tiene más hambre que antes" (Pablo VI)
María Rivier decía a sus hijas
Tenemos que dedicarnos única y ardientemente a buscar a Dios, si no la renovación no se llevará a cabo. Se pueden buscar adaptaciones, medios nuevos, estructuras nuevas, fórmulas nuevas, organizaciones más perfeccionadas..., pero si se olvida lo esencial..., si no se tiene tiempo ni gusto para buscar a Dios, la vida religiosa está condenada a morir, ¡si ya no está muerta!
Conocer a Dios es entrar en posesión de Dios, dejarse encontrar por alguien que invade nuestra intimidad. Conocer a Dios es buscar su faz en la fe, es contemplar su rostro en la intimidad de la oración. La oración es una búsqueda explícita del rostro de Dios.
¡Si los hombres supieran cuál es ese rostro que nos es más interior que nosotros mismos, que nos construye y que nos conforma a Él mismo! El Rostro revela el corazón y cuando se ama los ojos contemplan el Rostro para descubrir el corazón. "Sólo te busco a ti, Señor. Tú sólo haces mis delicias; muéstrame tu rostro y seré muy feliz"